lunes, 2 de mayo de 2011

Llamada inesperada

¿Cómo reaccionamos a los pocos segundos de recibir una llamada? 

Las reacciones son dispares, y a la vez que dispares son solitarias. Sólo nosotros sabemos cuál ha sido nuestra reacción, e incluso aunque algún observador se encuentre ante nosotros para intentar descifrarla, puede equivocarse. Todo dependerá de la facilidad o dificultad que tengamos para desviar nuestras emociones. 

Por suerte, hoy, cuando he recibido una llamada inesperada, estaba sólo. Me había levantado perezoso, y no tuve más remedio que cancelar todas las citas que tenía a primera hora. Me es imposible madrugar si la mañana no está aferrada a una fuerte responsabilidad de la que no puedo escapar, y es sólo en esas ocasiones cuando consigo imponer la obligación antes que la devoción. Hay gente que no, que en cuanto suena el despertador o llega la hora que tiene que llegar, se desperezan rápidamente y activan su cuerpo. Me dan bastante envidia….

Hoy, día de fiesta, no iba a ser menos y cualquier cita podía ser pasada por alto. Claro está que, una vez desperezado y con un pie a punto de entrar en la ducha, hay una cita de la que no te puedes escaquear cuando surge y no tienes planes: las llamadas inesperadas. 

Esta llamada ha sido verdaderamente repentina. Pude comprobar cómo de nuevo el destino me jugaba una mala pasada. Autor de la llamada: Numero desconocido; Lugar de la llamada: levantándome de la cama; Posición del teléfono: exactamente recién cogido entre mis manos… Desde ese momento comencé a plantearme si contestar o no. Sólo había tres personas que acostumbraban a llamarme con ese número: a) Propaganda y publicidad por teléfono. Rápidamente reflexioné que en tiempos de crisis no era de extrañar recibir una llamada así en un día de fiesta. La gente haría lo que fuese por conseguir unos ingresos extras. b) Cualquier conocido que hubiese decidido crispar un poco mis ánimos llamándome con un número oculto; el número de personas que conocen mi teléfono es reducido, por lo que pasaron por mi mente las caras de muchos de ellos en el transcurso de dos cortos timbrazos del teléfono. Y c) La inusual llamada del remitente de la carta que mí amigo había recibido días atrás, y que antes ya se había puesto en contacto conmigo un par de veces usando también un número oculto… Tardé bastante más en deducir la posibilidad de que se tratase esa persona, así que no rechacé ninguno de los tres casuales.

Finalmente un ágil movimiento del pulgar de mi mano apretó el botón de contestación:
-¿Dígame? …

 Escuché un silencio acompañado de voces de fondo. Seguramente fuese alguien que se encontraba en una cafetería o caminando por la calle, así que al instante deseché la posibilidad de que fuera algún vendedor. Ya sólo quedaban dos opciones. Todo el misterio acabó cuando por fin escuche una respuesta:
- ¿Siiii?, ¿hola..? ¿ arub…?...

-…Enmudecí…- 
Bien…, ya sabía quién era…, y no tuve más remedio que despegar el altavoz de mi oreja. Me di cuenta de que instintivamente había tirado el móvil encima de la cama, y que me había sentado en una silla delante de él, justo dónde ahora mismo estoy sentado escribiendo. La voz continuaba hablando desde el otro lado del móvil, con tono interrogativo, como preguntándose porque tras la única palabra que pronuncié no le siguieron más enlazadas. Al minuto desistió y colgó…


…Nadie va a saber cuál fue mi reacción durante el tiempo que la llamada quedó suspendida en el aire esperando una respuesta. Cómo he dicho al principio, me hallaba sólo y no tendré que dar explicaciones a nadie… 

Sólo añadiré que ese minuto fue interminable, me estaba arrepintiendo de haber decidido contestar una llamada desconocida, me arrepentía de haber cancelado las citas matutinas porqué sino me hubiese encontrado en un lugar dónde no hubiese tenido oportunidad de responder, y también me arrepentía de haber comenzado a hablar sin antes comprobar quién era la persona que estaba al otro lado del teléfono. 

Fue realmente un minuto angustioso que no acababa, un minuto durante el cual cientos de pensamientos no hicieron más que agravar la situación sin parar de atosigarme. Era exactamente una llamada inesperada, el eco de una voz imprevista a la que NO estaba preparado para responder.


Nadie sabrá las reacciones inmediatas, nadie sabrá las reacciones posteriores…. La verdad.. prefiero callármelas…

Menos mal que estaba sólo... no hubiese podido reunir el valor necesario para retomar una conversación cualquiera, y menos aún para desviar mis emociones...

Fue una situación afortunada para un momento no tan afortunado…


Definitivamente, odio las llamadas inesperadas...



Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por su comentario!