domingo, 11 de noviembre de 2012

Como si no hubiera pasado nada


Igual que en los cuentos todas las heridas se olvidan con un colorín colorado, como si aquí no hubiera pasado nada, ‘Nunca digas 'nunca'’ vuelve a la carga después de meses de destierro a ninguna parte. Y es que en realidad nunca huyó a ninguna parte, solo estaba escondido esperando el momento perfecto y el lugar correcto para moldear una nueva entrada.
Como si no hubiera pasado nada, re-comenzamos con unos… ¿seis o siete meses de desfase?
Hacía bastante tiempo que deseaba homenajear una exposición que visité el año pasado en el Museo Reina Sofía de Madrid. Era ni más ni menos que la controvertida artista Yayoi Kusama; una mujer que en la década de los 50 y 60, y en contra de todo pronóstico – era mujer y extranjera – se ganó al establishment artístico neoyorquino.
Pese a las pocas fotos que tomé en la exposición, he conseguido recopilar suficiente información desde periódicos o desde la misma página web del museo para sacar adelante esta entrada. ¡Espero que lo disfrutéis!
El director del Museo, Manuel Borja-Villel, explica a grandes rasgos la obra de Yayoi Kusama:

1. Sobre Yayoi Kusama:
Kusama pertenece a una serie de mujeres artistas importantes que, contra todo pronóstico, consiguieron reconocimiento en el mundo artístico abrumadoramente masculino del Nueva York de las décadas de 1950 y de 1960. Con la doble desventaja de ser mujer y extranjera, Kusama se hizo con el apoyo crítico de los comentaristas y con el respeto de sus colegas.
Nació el 22 de marzo de 1929 en Matsumoto, una ciudad de provincias situada en la región montañosa de la prefectura de Nagano, unos 209 km al oeste de Tokio. Es la menor de cuatro hijos de una familia de clase media alta cuya riqueza procedía de la gerencia de varios viveros dedicados a la venta de semillas al por mayor.

Con el deseo de liberarse de las costumbres y convenciones profundamente conservadoras que caracterizan a la familia y a la sociedad de Japón, se trasladó a Kioto para estudiar arte. En 1958 tomó una decisión más radical y se mudó a Nueva York, sin mecenas ni protector, para iniciar una carrera independiente en la ciudad que, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, se había convertido en el epicentro del mundo del arte contemporáneo.
En su autobiografía, Kusama recuerda: “Para un arte como el mío –arte que combate en la frontera entre la vida y la muerte y que cuestiona lo que somos y lo que significa vivir y morir- [Japón] resultaba demasiado pequeño, demasiado servil, demasiado feudal y demasiado desdeñoso con las mujeres. Mi arte necesitaba una libertad más ilimitada y un mundo más amplio”.
Las primeras pinturas y dibujos de Kusama son de inspiración surrealista, aunque inimitablemente suyas. Obtuvieron grandes elogios por parte de los expertos en arte más prominentes, algo que también conseguirían sus primeras pinturas de gran formato, sin precedentes, creadas durante sus primeros años en Nueva York. Esos lienzos enormes o, como llegaron a llamarse, Infinity Nets estaban cubiertos por pinceladas festoneadas de un solo color, repetidas sin cesar, con lo que se anticipaba al nacimiento de la pintura monocroma y al surgimiento de las técnicas de series, propias del arte minimalista y conceptual de la década de 1960.

Kusama no abandonaría esa experimentación precoz con nuevas posibilidades artísticas cuando forjó sus propios caminos en la escultura y en las instalaciones, adoptando técnicas de montaje y de escultura blanda que pueden reivindicar su precedencia —y su constatable influencia— respecto a artistas más jóvenes de la vanguardia, como Andy Warhol o Claus Oldenburg. A la innovación le seguía más innovación y, en menos de cinco años, Kusama creó la media docena de sintonías que han marcado su prolongada carrera y que continúan respaldando su impresionante creatividad: las pinturas «infinitas» y los objetos y ambientes cubiertos de falos o de macarrones, que abordan obsesiones relacionadas con el sexo y la comida, respectivamente; sus espectaculares habitaciones de espejos; collages de fantasía y fotomontajes; proyectos con películas y proyecciones de diapositivas; y el montaje de performances radicales y contraculturales.

En Nueva York, contra todo pronóstico, consiguió reconocimiento en el mundo artístico abrumadoramente masculino de las décadas de los años cincuenta y sesenta. Sin embargo, poco después, sus performances más radicales se enfrentaron a una creciente hostilidad por parte del mundo del arte. El abandono cada vez mayor por parte de la crítica, la pobreza y la enfermedad mental llevaron a Kusama a retirarse de la escena artística neoyorkina. En 1973 regresó a Japón, donde empezó de cero y continuó reinventándose a sí misma —como novelista, poeta, creadora de collages, pintora y escultora—, creando obras en el entorno protegido del hospital de Tokio en el que ha vivido desde 1977, pero también desde su estudio cercano, donde pasa todavía su jornada laboral.

Yayoi Kusama continúa hoy creando y ampliando el abanico de “ambientes” a los que debe su fama – unas instalaciones de gran formato y con una intensidad deslumbrante-, mientras pinta incansablemente a mano una extensa serie de dibujos figurativos de fantasía, repletos de detalles obsesivos.

Foto Galería del País: Yayoi Kusama llega al Reina Sofía:

2. Yayoi Kusama en el Reina Sofía:

La exposición consistía en una completa retrospectiva monográfica sobre la obra de la artista japonesa, organizada en estrecha colaboración con Tate Modern de Londres, y en la que se ofrece una visión global de sus seis décadas de carrera. Era la primera oportunidad que tenía el público de España para introducirse en una muestra a gran escala sobre Kusama, considerada la artista viva con mayor prestigio de Japón. La exposición, comisariada por Frances Morris, responsable de Colecciones (Arte Internacional) de la Tate Modern de Londres, pretendía mostrar la amplitud y la profundidad de la producción de Kusama, dando prioridad a los momentos de más intensa innovación de la artista a través de un elenco de unas 150 piezas, procedentes de su colección, de galerías y coleccionistas privados, así como de algunos de los museos más importantes del mundo.


La muestra permitía al visitante realizar un viaje en el tiempo y recorrer, a través de una serie de ambientes, toda la obra de Kusama y su acercamiento a los diferentes materiales y técnicas —dibujo, pintura, collages y assemblages, escultura, instalaciones, películas y performances, edición y diseño. Entre las principales obras que se exhibían, destacaba una selección de sus primeros trabajos en papel, rara vez expuestos; series cautivadoras menos conocidas, como los collages fotográficos alucinógenos que creó al regresar a Japón (1973); sin olvidar sus proyectos más elogiados y significativos, como los Infinity Net (1960-1970) o las Accumulation Sculptures (1960-1965). La exposición incluía además varias instalaciones de gran formato como I´m Here, but Nothing (2000), o una nueva representación del espacio infinito según la artista japonesa en Infinity Mirrored Room – Filled with the Brilliance of Life (2011), montaje diseñado expresamente para esta ocasión. Por último, la muestra se completaba documentalmente con la proyección de algunas de sus más polémicas performances como Walking piece (1966) o Kusama´s Self-Obliteration (1968).

3. Y para terminar… ¡experiencia con el infinito!

Una de las partes de la exposición que más llamaban la atención era ‘La experiencia del espacio infinito: Infinity Mirrored Room – Filled with the Brilliance of Life (2011)’. Esta es su explicación:
Una de las obsesiones permanentes de Kusama era la representación del espacio infinito. En su larga trayectoria artística, la autora japonesa mantuvo la exploración de este campo hasta conseguir un efecto mágico en sus Infinity Mirror Rooms. En 1965 creó la primera de estas instalaciones a gran escala denominada Infinity Mirror Room – Phalli’s Field.

Infinity Mirrored Room es el nombre del montaje que Kusama diseñó expresamente para la exposición del Museo Reina Sofía y en donde podíamos internarnos y explorar, rodeados por nuestra propia imagen reflejada.



Y aquí mis amigos que posaron para la foto de este enigmático lugar ;)


viernes, 2 de marzo de 2012

Un armario con siete llaves

Hace un par de días leía este artículo en El País sobre la situación de los homosexuales en todos los países de tradición islámica.
Cuando lo terminé, pensé que merecía la pena compartir como mínimo la entrevista con la que se zanja el artículo. El entrevistado, uno de los muchos marroquíes que residen en Madrid, pero que ha tenido el valor suficiente para declararse abiertamente homosexual en España, que no en su país, hecho por el cual sería condenado como un delincuente más.

Espero que esta entrevista despierte la indignación de más de una persona. 
Porque todavía quedan muchas cosas por hacer...

“Parte de mi familia dejó de hablarme al decirles que soy gay”

El marroquí Samir Bargachi (Nador, 1987), que vive en España desde hace 12 años, fundó la asociación Kifkif para defender los derechos de los gais en Marruecos.
Pregunta. ¿Cómo llegó usted a asumir que era homosexual?
Respuesta. El proceso para asumir mi homosexualidad fue muy complicado, porque vengo de un espacio cultural, Marruecos, donde la sexualidad no se trata en público. Cuando me di cuenta de lo que sentía estaba totalmente desinformado, no sabía lo que me ocurría y ni siquiera le ponía nombre a lo que me pasaba. Mi camino para llegar a esta conclusión se inició en mi país natal y continuó luego en España, adonde me trasladé a vivir con mi familia en el año 2000. Y, en realidad, no pude contarlo hasta que no me fui de casa. Más adelante, cuando me fui a vivir fuera de la casa de mis padres, ya pude actuar con más libertad.
P. ¿Ha perdido amigos por decir que es gay?
R. Confesar mi condición sexual me ha costado muchas amistades y que una parte de mi familia deje de hablarme.
P. ¿Cuál fue la reacción de su familia en aquel momento?
R. Al principio, decidí no contárselo a mis familiares, porque la mayoría son conservadores y religiosos. De hecho, temía incluso que me echaran de casa si lo confesaba; es decir, tenía unos miedos concretos y reales. Cuando mi familia lo supo, mi madre lo entendió, más o menos, y sigo teniendo una buena relación con ella y con mis hermanas. A mi padre, en cambio, le ha afectado mucho y he perdido el contacto con él.
P. ¿Conoce casos similares?
R. Sí, este patrón se repite con otros amigos árabes y musulmanes, a los que les ha ocurrido lo mismo; es decir, sus madres les entienden, sus hermanos varones, menos, y su padre, nada.
P. ¿Es homófoba la comunidad musulmana en España?
R. Totalmente. En España, la inmigración musulmana es una inmigración todavía reciente, de primera o, como mucho, segunda generación, por lo que su código cultural viene de estos países. Es muy distinto del caso de Francia o Reino Unido, donde van por una tercera o cuarta generación y, por lo tanto, hay mucha más integración que aquí.
P. ¿Está prohibida la homosexualidad en el islam?
R. Yo no opino lo mismo que los sabios musulmanes que dicen esto, y tengo amigos que son religiosos y piensan como yo. En el Corán únicamente se habla de la historia de Lot, y está claro que no se refiere a la homosexualidad, sino a violaciones, vejaciones… algo muy distinto.
P. ¿Se considera musulmán?
R. Soy una persona musulmana culturalmente, es decir, que esa es la cultura en la que me he educado. Sin embargo, no me considero religioso.
P. ¿Ha tenido una doble red de amigos?
R. Ahora, la mayoría de mis amigos son españoles, a los que conocí en el colegio, pero efectivamente, hasta hace poco, tenía dos grupos de amigos: por una parte, los españoles, a los que les conté mi homosexualidad y, por otra, los de tradición musulmana con los que se relacionaba mi familia (amigos de mis hermanos, vecinos…) que no sabían nada. Con ellos, era muy difícil encajar todas las facetas de mi vida: inmigrante, musulmán y homosexual.
Aquí os dejo el enlace de la entrevista y el artículo: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/02/27/actualidad/1330310577_794728.html

sábado, 25 de febrero de 2012

El corazón de las tinieblas

Hace aproximadamente tres semanas terminaba de leer El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. No fue un libro que me apasionara, ni mucho menos ha pasado a formar parte de uno de mis preferidos, pero esto no ha impedido que ahora le dedique un pequeño espacio en Nunca digas ‘Nunca’.

El contenido y fondo de esta obra es lo que más me gustaría alabar. Y es que se trata ni más ni menos que de una polifacética denuncia arropada bajo la simple narración de un marinero. Este marinero, Marlow, narra una travesía que realizó años atrás por el río del Congo hasta el corazón de las tinieblas de África, hasta el corazón de las tinieblas de la codicia y voracidad del ser humano, en busca de Kurtz, jefe de una explotación de marfil.  

El libro, que a mí se me hizo demasiado pesado, también es la historia de todos esos acontecimientos que han rodeado a África durante el siglo XIX. El racismo, la cruel devastación de su cultura e indígenas. El deshumanizante colonialismo de nuestro gran continente europeo, nuestro gran continente mentiroso (de cuyo peligro ya alertó Nietzsche, el peligro de un territorio corrompido y reducido al nihilismo) no pudo soportar la morbosa tarea de aventurarse en una África desconocida, fácil de explotar, para contagiarla su peste innata. Un nuevo continente, una nueva presa supuestamente fácil de dominar y deshumanizar bajo la falsa excusa de civilizar.

<<El corazón de las tinieblas fue publicado por Joseph Conrad en la época en que el imperialismo europeo, y en especial el británico, empezaban a perder su aura de misión humanizadora y se empezaban a conocer algunos de los desmanes y brutalidades cometidos por los europeos en el continente africano. El personaje de Marlow (basado en gran medida en las experiencias del propio Conrad) relata la brutalidad y arbitrariedad con la que los europeos trataban a los nativos durante su viaje.>> (Wikipedia)

Pero esta obra, en mi opinión, tiene también un lado negativo. Su calidad estilística y narrativa, o al menos la de la traducción al español. 

Pese al uso de un vocabulario muy rico y específico, la organización y desarrollo de la obra me ha parecido un caos para el lector.
En muchas páginas se presentaba un bloque compacto de palabras, de arriba a abajo: innumerables descripciones y reflexiones cansinas y sin fin, sin un simple punto y aparte que ordenase y estructurase cada página de modo que no hiciese perder el hilo del argumento al lector;  diálogos en estilo indirecto que se vuelven aburridos y caóticos,…

Cabe recordar que toda la obra está narrada en primera persona, y Marlow solo se remite a transmitir al resto de sus compañeros el recuerdo de sus experiencias en el rio del Congo. He de reconocer que yo mismo me he perdido más de una vez intentando seguir un orden dentro de ese laberinto de reflexiones y descripciones. Incluso me he perdido intentando adivinar quién era el personaje que hablaba cada vez que había alguna conversación, pues en toda la obra no hay ni un guión que regule los diálogos. Ni a veces la información necesaria que facilite ordenar al lector la narración del protagonista.

He decidido añadir esta crítica en Nunca digas ‘nunca’ porque ha sido la primera vez que he tenido que hacer frente a un problema tan obvio con la redacción y el estilo de una novela. O al menos con la redacción de su traducción al español. 

Por lo tanto, El corazón de las tinieblas es ese tipo de libro que recomendaría por su crítica a  todas esas injusticias que han envuelto a África por culpa del colonialismo. Pero también es una novela que no recomendaría a aquellos que se despistan con rapidez. Y es que el porcentaje de lectores que acabarían saturados y perdidos antes de terminar la historia podría ser bastante alto. Incluso para mí acabar la  novela se ha convertido en un pequeño reto…
Pese a todo, aquí os dejo una de mis reflexiones preferidas. Espero que la disfrutéis.

……

<< He luchado con la muerte. Es el combate menos estimulante que se pueda imaginar. Tiene lugar en una grisura impalpable, sin nada bajo los pies, sin nada alrededor, sin espectadores, sin clamor, sin gloria, sin el gran deseo de victoria, sin el gran miedo a la derrota, en una atmósfera enfermiza de tibio escepticismo, sin que uno crea mucho en su propio derecho, y aún menos, en el adversario. Si ésa es la forma de la sabiduría suprema, entonces la vida es un enigma mayor de lo que algunos de nosotros pensamos. Estuve a un pelo de la última oportunidad para pronunciarme, y descubrí con humillación que probablemente no habría tenido nada que decir. Ésa es la razón por la que afirmo que Kurtz era un hombre notable. Él tenía algo que decir. Él lo dijo. Desde que yo mismo me asomé por el borde, entiendo mejor el sentido de su mirada fija, que no podía ver la llama de la vela, pero era suficientemente amplia para abrazar el universo entero, suficientemente aguda para penetrar en todos los corazones que laten en las tinieblas. Él había resumido, había juzgado. ‘‘¡El horror!’’>>

……


miércoles, 22 de febrero de 2012

Alguien a quien me recuerda...

Cambiando un poco de aires, frente a toda esa ficción abstracta o conceptualismo que parece haber invadido mi mente, y como no, toda la actividad que ello conlleva en nunca digas 'nunca', les presento una entrada mucho más peculiar, llamémosle personal, totalmente amarrada a algo parecido a la realidad.

Hace varios meses tuve la ocasión de conocer a una chica china y a su pareja. Fue cenando en un restaurante coreano, en pleno centro de Madrid. He de añadir que era la primera vez que entraba en contacto con la comida coreana. Me fascinó tanto como la comida asiática que ya había probado, la china o japonesa, y quedé igualmente encantado. Así que dos encuentros arbitrarios concurrieron aquella noche: la congregación junto a aquella pareja y la aproximación a la comida coreana. En ese restaurante nos conocimos, y con ellos conocí la comida coreana, ambos están estrechamente unidos de la mano. Y de momento sigue habiendo buena relación entre los dos extremos de la cuerda (¿Porqué tendría que salir mal?).

Como siempre, el simple hecho de ponerme en contacto con la cultura oriental merecía la pena, y asistí sin rechistar a aquella cena. Hubo un pequeño malentendido el día anterior que casi me cuesta mi asistencia, pero afortunadamente todo se solucionó antes de la hora prevista.
Y no dejé de arrepentirme del estúpido embrollo que a punto estuvo de robarme la asistencia cuando me di cuenta de que por los pelos me quedo sin conocer a la pareja de la que ahora mismo hablo. Sí, me chocó mucho encontrarles. En especial me sorprendió la chica.

Me hizo mucha ilusión conocerla (su novio era español, y aunque fue muy divertido, no tiene nada que ver con lo que voy a decir ahora). Nada más verla me fue imposible evitar que mi mente adjudicara a su rostro el recuerdo de otro que era incapaz de eludir. La cara de la chica me era tan familiar que apenas podía contener las ganas de espetárselo en la cara y gritarla con emoción a quien me recordaba. Solo necesitaba un poco de conversación y unas cuantas risas más para tener más confianza, para que en breves enfundara dentro de un nuevo argumento todas esas palabras de regocijo y sorpresa que deseaba expresarles.

El rostro de la chica me recordaba a una cantante y artista japonesa a la que admiro bastante. El nombre de la cantante, Funakoshi Rie, ya ha aparecido varias veces etiquetado en mis entradas. Vamos, que no os pille por sorpresa este nombre porque no es la primera vez que lo menciono. Y por si alguien no se lo cree, y sobre todo, para unir cabos sueltos dentro de este blog, aquí os dejo algunos enlaces donde la música de Funakoshi Rie ha estado presente. Todos empiezan por ‘Querido diario’: Decay, Money will love you y Dreams be.

Por decirlo de algún modo, la ‘castellanización’ del nombre de esta amiga china, Sofía, no coincidía para nada con el de la artista. Tampoco su nacionalidad. Ni su edad. Pero hasta que no estuve seguro de todos estos datos, no pude discernir por completo si ella se trataba de Rie Fu o no. Bueno, en realidad no soy tan tonto.  Supe desde el principio que ella no era la misma artista que tenía en mente cuando vi su rostro. Pero me gusta imaginar, me gusta la ficción y preferí fantasear desde el principio. Preferí engañarme a mí mismo  y creer en la posibilidad de que existiese alguna relación entre ella y Rie Fu, alguna relación entre nuestro encuentro, mis gustos y recuerdos. Y gracias a esta mente fantasiosa, de nuevo, estoy escribiendo una entrada como la de hoy.

He decidido sacar el máximo provecho a nuestro encuentro, a nuestra cena en el restaurante coreano y, con el permiso de Sofía y su novio, publicar en esta entrada unas cuantas fotos que justifiquen el teatro que me había montado en mente. Son fotos que nos hicimos con Sofía y que compararé con otras fotos de Funakoshi Rie que he encontrado en Internet.

Espero que ojear las imágenes que pondré ahora os haga tanta ilusión como a mí me hizo buscar las fotos y crear esta entrada, compartir mi conmoción por este tipo de casualidades tan gratas y sobre todo, compartir la ilusión de conocer a alguien que cada vez que le mire me traerá buenos recuerdos. Una noche cualquiera de principios de diciembre, en un restaurante coreano…

Portada del último disco de Rie fu.
A la salida del restaurante coreano

 
A la izquierda Rie Fu y a la derecha nuestra amiga en el restaurante coreano.


 
De nuevo, Rie fu (izquierda) y nuestra amiga en el restaurante.


Alguien a quien me recuerda...

martes, 14 de febrero de 2012

Víctimas

Víctimas existen en todos los sitios, en todos los lugares, en cada rincón del planeta. Las causas de una víctima, unas manos, un disparo, una palabra, un error. La vida.
......

Tengo entendido que hace más de treinta años España apostó por una democracia constitucional. Sí es así y mi memoria no me falla, podemos continuar. 
He estudiado y meditado, y tengo entendido que un estado que quiere apellidarse democrático es aquel en el que se apuesta por proteger y promover la igualdad, la justicia, la dignidad de toda la masa de ciudadanos que lo habitan. ¿Debería ser intrínseco en un lugar que ahora definimos así? 
Por otra parte, la experiencia me dice que nada surge de la nada. Que es imposible andar si no tienes dos patas ni tierra que pisar; que donde ahora hay cenizas, antes había un tronco; que donde ahora hay democracia, antes había dictadura...

Y que donde ahora estamos nosotros, antes había otros. La igualdad, la justicia y la dignidad de otros habitantes que  hemos ido olvidando. O mejor dicho, que algunos han intentado evitar recordar mientras que a muchos les han obligado a olvidar. Una sonrisa, una rabieta o una lucha pisando el mismo rincón del planeta que pisamos nosotros. Y ellos, esos a los que ahora se intenta dignificar y justiciar, también han sido habitantes, personas. Pero sobre todo, ellos también han sido víctimas.

Víctimas del franquismo. 

...Me pregunto si las más crueles víctimas son en realidad aquellos que se niegan a recordar, que sortean sus errores sin mirar atrás, que cada vez les pesa su alma más y más... 


Grandes conocidos del mundo de la literatura, del cine, de la cultura en general han creado este vídeo de unos diez minutos. Por unos segundos se encarnan en otras personas, en la piel de otros que ya no están. Entre ellos se encuentran, por ejemplo, Pedro Almodóvar, Almudena Grandes, Carmen Machi, Paco León o Javier Bardém. Cuando descubrí este pequeño vídeo corriendo de tablón en tablón por Facebook, fue estúpido reprimir mis ansias de añadirlo a Nunca digas 'nunca'. Y como fruto de esa impertinente ansiedad en busca de justicia han nacido estas cortas palabras. 
Espero que lo disfrutéis.


Por el reconocimiento de la dignidad de aquellos que mueren y siguen buscando justicia ahora que podrían, las víctimas; víctimas del franquismo.

......



domingo, 12 de febrero de 2012

Another World

Y retomando la entrada anterior llamado Una noche como otras, aquí les dejo la letra de la canción que sonaba al final. Como es costumbre en Nunca digas 'nunca', no me gusta olvidar el lyric de una melodía.

La canción es de un grupo que descubrí hace varios meses y que desde entonces... Sí, podría decirse que desde entonces ha facilitado mi destartalada inspiración. 
Ya incluí una canción suya el primer día del año. La entrada se llamaba Thank you for your love, que coincide con el título de la canción, y podeís acceder a su letra y videoclip pulsando aquí. Seguramente incorpore más entradas con canciones de Antony&TheJonhsons de ahora en adelante...

Disfruten de la música, las imágenes y la letra...

Another world- Antony&theJonhsons


I need another place
Will there be peace.
I need another world
This one's nearly gone.

Still have too many dreams
Never seen the light.
I need another world
A place where I can go.

I'm gonna miss the sea
I'm gonna miss the snow
I'm gonna miss the bees
I miss the things that grow
I'm gonna miss the trees
I'm gonna miss the sun
I miss the animals
I'm gonna miss you all.

I need another place
Will there be peace.
I need another world
This one's nearly gone.

I'm gonna miss the birds
Singing all there songs
I'm gonna miss the wind
Been kissing me so long.
.......
Another world
Another world
Another world
Another world 
 ......


jueves, 9 de febrero de 2012

Una noche como otras

Tengo sueño, no puedo dormir. Cientos de pensamientos invaden mi mente. Me comen, me atan, saltan y cantan como niños inocentes girando, todos se agarran las manos. De izquierda a derecha, suben y bajan, se marean. Yo también he bebido. Con dulzura, con cariño, son incapaces de apartar su vista del sujeto alrededor del que danzan. Ese soy yo. Me pertenecen, giran a mí alrededor, son todos míos.

Quiero romper la cadena, las manos de los niños, sus manos a mí alrededor. Si la rompo, el juego se acaba, y mi vida también. Se abalanzarían, me culparían, llorarían, y no me podría ir. Son mi responsabilidad, y si no lo fuesen no quedaría nada en mí. Desquebrajada mis ansias de volar, de expandirme como una ola que arrolla todo a su alrededor, todo mi interior, los niños no pueden dejar de girar.
Y tengo miedo, tiemblo al pensar que esa inercia llegará a su fin. Todo lo que hay detrás es peor. Necesito un lugar seguro en el mundo, un nuevo centro en ese corro. Cierro los ojos y me dejo balancear al ritmo de sus cantos.

¿Qué ocurre? Un niño no cesa de llorar. ¿Qué te ocurre? Abro los ojos. El círculo, el corro tan bien amarrado está roto y el niño no deja de llorar. ¿Qué hay detrás? Quiero espiar. Me acerco a sus llantos, destartalan mis tímpanos, qué llantos impunes. ¿Sabrá que puedo escapar? Ahora es el momento correcto. Aguanta ese ruido. Rompe la inercia del círculo, escapa del canto, salta. Salta. Salta…

¿Cómo? Otro niño ha ocupado el hueco por el que quería saltar… ¿Por qué? ¿Quién te ha llamado? No es verdad. El niño ya no llora, amarra con ansias unas manos nuevas… ¿No lo ves? Déjame salir…


Tengo sueño… Me vuelvo hacia atrás. Ahora otro mundo. Un canto más alto, un corro más amplio. Un niño más, menos aire en mis movimientos. Mis ojos, se cierran, olvidan, olvidan. Olvidan…

Y sueño… Es obvio. Todo era un sueño, el centro, los niños, el corro, yo. No puedo escaquearme, aguanta. Ahora ya lo entiendes.


 ‘’Yo solo necesito un corro nuevo, un mundo nuevo, niños desconocidos…’’

<<No importa, tranquilo, no llores… Esto es solo una noche como muchas otras…>>

……


domingo, 5 de febrero de 2012

Conexión repentina


Pero... ¿Qué llevas en la mano?

Nunca pensé encontrarte aquí. Me pillas de compras. Un regalo para mi hermana, me he escapado de Palencia para comprárselo. Desde Nochebuena estoy con ella en el pueblo.

Veo que no has cambiado nada... ¿Estás recuperada? El veinticuatro de hace un año, ya sabes... Me alegro de que vuelvas a coger el coche sin miedo.

Te debo una cena. Y cállate... ¡No me amargues la tarde anda! 

Echo tanto de menos las clases a tú lado, tu voz... Llámame sin falta, pasaremos otra noche más, juntos. Como muchas otras antes de Navidad...


>>Diciembre del 2011, vísperas de Año Nuevo.


jueves, 2 de febrero de 2012

Niebla

Sorpresa el jueves veintiséis paseando por el centro de Madrid.

El día se había levantado espeso, con un tumulto de nubes que como continuasen disminuyendo su altura acabarían cegándonos el paso. Sabía que mi plan, alrededor de las diez de la mañana, era levantarme y prepararme para partir al centro de la capital. Tenía que estar en la Gran Vía madrileña sobre las once de la mañana. Mientras, esas nubes continuaban con su amago de estropear la mañana.

Nunca me ha preocupado el sol, las nubes, el frío o el calor, y pasan pocas veces por mi mente comentarios sobre el tiempo. Aunque para ser rigurosos, esto no significa que me niegue a hablar del tiempo. Lo estoy haciendo, por ejemplo, para introducir las fotos de esta entrada. O también lo hago de vez en cuando para romper el hielo, si tengo que compartir durante unos minutos el mismo escenario con conocidos que más bien son desconocidos de toda la vida. Un breve comentario del frío que hace, que si se acerca una tormenta, o que si odias el calor sofocante, te ayudan a salir del paso y evitar conversaciones más originales.

Ahora que recapacito sobre aquel día veintiséis, casi el apogeo de esa semana puente de la que hablé en la última entrada, me pregunto si fui yo mismo el que atrajo toda la neblina con la que Madrid se despertó.

Durante la noche, sin una minúscula luz que ilumine el frente, es absurdo intentar comprender la niebla usando la vista. El olfato, el tacto, quizás el oído son capaces de discernir entre una atmósfera densa o ligera en medio de la noche. Pero no ese sentido del que tanto nos fiamos, la vista. 

Así que, como parte de esa ilusión que durante la semana pasada viví, mientras caminaba a oscuras, mientras cruzaba cada centímetro de mi cochambroso puente, unas nubes espesas se acercaron amenazantes y engendraron esa neblina que me acompañó todo el trayecto hasta el final del puente. En definitiva, yo las había atraído hacía mí.
¿Qué más podía pedir? No podía exigir lo imposible. ¿Atisbar el final del puente cuando, como dije, ‘solo tengo un pequeño esbozo de lo que quiero, que como la niebla, envuelve todos los puentes por los que cruzo.’? Inevitablemente, el resultado fue el siguiente: 

El paisaje me pilló desprevenido, y la única solución para plasmar aquel momento fue usar la cámara del móvil. El lugar elegido para tomar estas fotos fue el Parque de la Montaña, en concreto el mirador que rodea el Templo de Debod. Hacía muchos años que no entraba al templo, y después de enfilar la Gran Vía hacia Plaza España, mi curiosidad reclamó dar un paso más y acercarme a él. Una vuelta matutina por la capital siempre es agradable, y era incapaz de controlar mi imaginación, de regodearme al pensar las ganas que otros estudiantes en sus clases, profesores u oficinistas tendrían de disfrutar lo que yo vivía esa mañana tan fría.

Cuando salí del templo, que seguía tal y como lo recordaba, me dejó boquiabierto el panorama que desde mi posición rodeaba a la capital. Una postal invernal, una radiografía de una atmósfera turbada y helada. Una niebla que no solo envolvía mi cuerpo, sino que también a Madrid y todas sus calles… Había sido incapaz de sentir la niebla antes. Mis ojos, mi mente estaba abstraída, ciega, oscura. Y el resto de sentidos inutilizados. Solo cuando bajé la guardia, solo cuando hallé un pequeño claro, quedó al descubierto lo que en realidad me acorralaba. Niebla, esbozos, frescor viciado y ningún objetivo clarividente…

Acurrucado bajo esta niebla contaminada pasé la mañana de un día de finales de enero.
…...

En las fotos que tomé se pueden diferenciar, además, varios edificios simbólicos de la capital. En el fondo izquierdo, detrás de los tejados, antenas y chimeneas, está la Catedral de la Almudena y una fachada del Palacio Real, justamente la que da al Campo del Moro. Un poco más atrás, casi transparente, se encuentra la cúpula que corresponde a la Basílica de San Francisco el Grande. Y casi en primer plano, hay otra cúpula más pequeña de la Estación de Príncipe Pío.

La misma curiosidad que me hizo dar unos pasos más hasta alcanzar el Templo de Debod fue la que, atraído por la magia de ese espacio que se extendía delante de mí, incitó el ánimo suficiente para escabullirme por toda esa zona de Madrid tan inexplorada para mí. Parecía que allí me sentiría seguro, y salí del Parque de la Montaña para recorrer todas las callejuelas, pisar el suelo real que desde el mirador no podía observar. Quería saber si había alguien sorteando el frío entre tantos pisos, si esa neblina acechaba a nivel de calle, si también me acecharía a mí…

Y mirar hacia el cielo, despacio, esperando encontrar una nube amenazante que recogiese la niebla como quien recoge ansioso un billete del suelo. Esperando que emergiese de pronto igual que antes, otro día, silenciosa, de noche. O al menos esperando su desaparición para aclarar el ambiente, para dejarme enfilar mis pasos hasta el final del trayecto usando la vista, usando mi mente…


martes, 31 de enero de 2012

Reinicio...O un puente peligroso

Muy buenos días a todos. 

Por fin, después de un mes algo alborotado (alborotado en todos los sentidos) resucita este pequeño blog. El pobre se estaba quedando en los huesos, y la única actividad que en enero quedó grabada en él fueron dos entradas que apenas me pertenecían. Aún así, no me arrepiento de colgarlas pese a que solo fueran para salir del paso. Qué buena manera de comenzar el año, pensarán algunos. Quién ríe el último ríe mejor, espero que digan otros.
Mi objetivo en febrero es reanimar esta pequeña criatura, y qué mejor manera de hacerlo que así. Una breve explicación que marque un antes y un después. Hablemos sobre puentes.

La semana pasada fue el puente entre la anterior y esta semana. Al igual que esta semana es el puente entre la anterior y la siguiente. Si somos meticulosos, todas las semanas son un puente. Claro que sí. Pero en realidad algunas lo son más que otras. Algunas semanas pasan volando, pierden su sentido al ser un cúmulo de tiempo que ni siquiera apreciamos. Dicen que esos momentos que dejamos escapar son los que componen realmente nuestras vidas. Estoy de acuerdo en que a veces estemos pasmados, pero no en que ése sea el estado en el que vivimos dejando nuestra vida pasar. Los momentos más decisivos, un cara o cruz en nuestras vidas, las semanas puente en las que nos tenemos que comportar lo más lúcidos posible, son las que más nos marcan y nos hacen crecer. 

El caso es que el puente que crucé hace pocos días era un puente agobiante, que por algún motivo no estaba bien construido y me obligaba a caminar a tientas, que hacía que mi corazón bombease pánico a cada parte de mi cuerpo. Miedo, estrés, o tal vez malestar. La situación en realidad era divertida, pues el trasfondo de esa semana puente que yo mismo me había garantizado vivir era totalmente distinto: unos días para descansar y pensar en cómo retomar la creación literaria, lo que incluía la reactivación de Nunca digas ‘nunca’. Pero este ir y venir de encuentros y acontecimientos inevitables, de casualidades no arbitrarias, impidió que los días afloraran plácidos y lustrosos, y un puente parecido al de la foto se extendió sin piedad a medida que la semana avanzaba. Cada paso más inseguro, cada latido más doloroso, cada centímetro más tenebroso y oscuro…

Así fue. Afortunadamente, ocurrió de todo menos la definición que cualquier diccionario congruente incorpora sobre el verbo descansar
Y en efecto, he dicho afortunadamente, porque al fin y al cabo, una semana sin altibajos, que no te haga reconsiderar cada parte de tu vida, que solo se atenga a un descanso inapetente e interminable, ¿Podría llamarse una semana puente? ¿O forma parte, mejor, de una semana que como cualquier otra, luce una arquitectura impecable, unánime, que apenas permite darse cuenta de los detalles y defectos que como ser humano porteas? Creo que he tenido mucha suerte de cruzar durante siete días por esa… travesía. Aunque todo lo que te suscita te ponga los pelos de punta, el único culpable eres tú mismo, es un puente que solo te incumbe a ti y que nadie construye por ti. ¿Acaso esa opción de libertad… no es también un tanto morbosa?
Era un paso arriesgado y lleno de detalles defectuosos. Pero ya está, ya has tentado a la suerte pateando cada una de sus imperfecciones, ya has sentido el pánico de pisar y que toda la construcción se desmorone, de que caigas sin saber a dónde por falta de un cutre asidero al que aferrarte. Ahora ya he cruzado a la otra orilla y lo más importante es no dar marcha atrás. Pero no es algo perpetuo. Quién sabe qué puente es el siguiente que me espera. ¿Y tú? ¿Acaso lo sabes…?
Espero que cada uno de ellos sea un nuevo reto, una provocación de la razón y la cordura, un desafío entre el yo de una semana y el yo de la siguiente. Pero no quiero volver a pasar tanto miedo… 

La semana pasada fue una semana rara.

……

Así que el desafío de esta semana, que casi simbólicamente coincide con el comienzo de un nuevo mes, es retomar la creación literaria. Ahora que relativamente los días parecen sobrevenir con más calma, es el momento de ponerse manos a la obra. Aquí resumiré, sin dar ningún detalle sobre lo que realmente incluiré en Nunca digas ‘nunca’, algunas de las entradas que espero añadir de ahora en adelante. No es por mantener la tensión ni por fastidiar, es porque realmente no sé por dónde saldrán los tiros con cada entrada que escribo... 

Solo tengo un ligero esbozo de lo que quiero, que cómo la niebla, envuelve todos los puentes por los que cruzo…

Las dos o tres entradas siguientes estarán en parte relacionadas con ésta misma. Imágenes y texto. Después me gustaría continuar con libros, un espacio dedicado a novelas como El corazón de las tinieblas o Rebelión en la granja. A partir de ahí, continuaré con los ya famosos post etiquetados con la palabra ADELANTOS, en concreto con cuatro entradas más. La explicación de esta etiqueta tendrá sentido dentro de unos meses, pero todavía no. Sin duda, estas cuatro entradas serán las más difíciles, pues lo que en Nunca digas ‘nunca’ solo requiere un simple etiquetado de algo parecido a una historia, en realidad conlleva muchas horas y días de trabajo. También seré perseverante con la fotografía, y entre todas estas entradas incluiré algunas especiales dedicadas a este campo. Más críticas a algunas películas que he visto, por ejemplo, Mil años de oración; y como no, canciones como God only Knows.
Y para terminar este esbozo, espero concluir todas aquellas entradas que se han quedado a medias, olvidadas en una primera parte…

Como he dicho, nada de lo que acabo de escribir es seguro, pero por si alguien estaba impaciente por saber cuáles serían los tiros de este blog en el 2012, os he dejado una breve aclaración. La misma incertidumbre que me envolvía en la primera entrada hace más de medio año es la que me rodea ahora… Y cómo prefiero no enviciarme en la hipocresía, no hablaré más de la cuenta.

No bajen la guardia. La semanas que pasan, las que vienen, todas son puentes que inevitablemente unen dos extremos de eso que llamáis… aventura.

miércoles, 18 de enero de 2012

Experiencias... Un templo viviente

El cuerpo es el templo viviente de los sentimientos, quien no les de lugar, aquel que niegue sus tesoros, quien quiera desentenderse de su existencia, no hará más que negarse la posibilidad de la vida.
Este templo, este cuerpo, esta carne atravesada de amor, dolor, traición, ternura, pasión, soledad, desolación.......esta carne es el templo en el que oficiar el rito de la sanación, el acto creador, el momento de dar y recibir, de separar y tomar, morir y volver a nacer.
Un templo en el que el sacerdote es uno mismo.

Mi maestro intenta despertar la metáfora apropiada para su discípulo, aquella que como el ala de un pájaro roce su corazón. No todos respondemos de la misma manera a una imagen: las metáforas resuenan en nuestro interior de manera singular. Como un haz de luz, iluminan, hacen presente en las tinieblas el tesoro olvidado.....y abren caminos....y recorren circuitos inimaginados de experiencia para llegar al lugar oculto y así, amar el espacio del amor y el dolor. Y como un león, lamer la herida.....Y como un tigre de la selva que se tiene a si mismo, curar el alma.
En el acto creador, un hombre asimilado al universo desnuda su humanidad, se transforma en un pájaro blanco que baila una danza esencial. Materializa la inmaterialidad de sus sentimientos en un cuerpo sagrado que desde la carne libera movimiento, palabra, sonido, imagen. Como si desde su entendimiento desarticulado aceptara su incomplitud.
Cómo contemplarse en ese vacío, para que en el momento de morir, el alma vuelva a nacer en otro espacio, en otro tiempo, en otro centro del universo y otra vez, fragmento sobre fragmento hasta que el lago misterioso se abre de nuevo y el sentimiento encuentra una forma que confiesa su pureza mientras cientos de pájaros se la llevan....
Un templo viviente y allí un acto de fe. Amnesia y memoria se conjugan para soportar la fuerza de la vida, el horror y el alivio de la finitud. Una fe que empuja el acto hasta sus últimas consecuencias, hasta que no de más, hasta que la sangre se convierta en vino para revelar su esencia y así embriagar el espíritu. Una fe que como emanación del alma trasciende el cuerpo tocando otros cuerpos.
Pero es acaso posible no dudar.
Cómo soportar la humanidad.
Cómo aquietar la violencia del cuerpo, el caos de la carne, el desbordamiento.
Mi maestro, generoso poeta, invoca el poder de la metáfora, la fuerza liberadora de la creación.....un acto vivificador y en su actualización, un rito que cura, una ofrenda de amor que nos recuerda que los sentimientos viven en este templo de carne.
Vivir la duda, amarla, esperar en el templo contemplando los fragmentos que caprichosamente reconstruyen la ilusión. Despojar el alma hasta que el cuerpo desarmado caiga y sea poseído. Cruzar la frontera, acudir al mundo de los sueños para atravesar las murallas del prejuicio, aceptar el sacrificio y ser parte del todo.
Nacer, mil veces nacer, repetir el acto de la creación cuantas veces pueda y entonces acariciar la muerte y abrir un espacio que no tiene límites, un espacio de comunión universal.
Es la fuerza invisible de la vida que hecha poesía desde el caos nos nombra.

Patricia (Dedicado a mi maestro Gustavo Collini Agosto 1997) Publicado en Revista Ventizca Edición Verano 2006

    Publicado en el blog http://butohpoesiacorporal.blogspot.com/