No me pregunten el porqué ni el cómo, eso ya es otra larga historia. Pero el caso es que hay algo que me ha sorprendido.
Para ser ligero y no enredarme, aquí subiré las imágenes que tanto asombro me levantaron.
Como he dicho, el porqué he tenido ocasión de acercarme a ellas o el cómo he conseguido aproximarme a esos finos trazos tan bien ordenados, es una larga historia que pronto tendrá una entrada propia en este blog.
Hasta entonces, solo puedo esperar mi misma impresión en todos aquellos lectores de este post.
Gatos, o cualquier pequeño conocedor de Madrid, pronto reconocerá la mayoría de estos dibujos. El primero aquí visible, pero no por ello el primero que atisbé durante este pequeño viaje, el Palacio Real.
Más abajo, el antiguo Ayuntamiento, una parte de su fachada.
Y la siguiente, cambiando un poco de aires, Toledo.
Por último, el Parque del Retiro.
Me cuesta despedirme tan fríamente de este post, de unas imágenes que tienen una historia mucho más larga, una entrada que se merece muchas más palabras. El inicio surgió repentinamente a partir de una de ellas. Pero no se encuentra entre las que están aquí expuestas.
Yo, mientras aguardo el momento perfecto para poder desplegar entre palabras la crónica de estos dibujos, la imagen que dió inicio y forma al resto de acontecimientos se queda entre las penumbras, esperando el momento perfecto para ser desvelada, pero nunca ella sola.
Siempre que aparezca, lo hará abrigada por su merecida explicación. Por mi merecida explicación.
Nunca ella sola...
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