(To me, Agnes Kain)
......
Una de estas situaciones hipotéticas que tanto les gusta imaginar fue la que creyó Jon que su novia sacaba esta mañana en el autobús. Pero no lo dijo por casualidad. Ella le hizo imaginar que le ponía los cuernos cada noche con otra mujer. Podía ser cierto. Nunca se quedaba a dormir en su estudio y él era libre de hacer lo que quisiese. Y Jon, creyendo que todo se trataba de una de sus bromas, en su defensa, le dijo lo mismo pero con el ejemplo de un hombre.
—Oye cariño — exhalo la novia de Jon apenas un cuarto de hora antes de llegar a la oficina—. ¿Verdad que nunca te duchas por las mañanas?
—Ya sabes que no… Siempre lo hago por las noches.
—Lo digo porque desde hace varios días, tu olor…tu olor cuando te sientas a mi lado es distinto. Solo quiero asegurarme que esa especie de esencia nueva está contigo desde la noche. Si te duchases, seguramente sería muy leve, casi desaparecería de tu cuerpo. Pero como no lo haces puedo asegurar que ese olor que ahora mismo emanas lleva contigo toda la noche, hasta ahora.
— ¡Pues ya me vale! ¿Un olor distinto? ¿Tan mal huelo? ¡Sabes que apenas sudo por las noches y por eso no me ducho! —contestó Jon preocupado y sonrojándose, capaz de salir del autobús y volver a su casa solo para ducharse. Mientras, su novia se rió.
— ¡No es eso Jon! Hueles bien, no seas estúpido, pero no hueles a ti. Vamos, que el olor que tienes cuando me despido de ti cada tarde, o el olor que tenías cada mañana hasta hace seis o siete días no es el mismo que ahora traes contigo todas las mañanas.
Jon suspiró aliviado, y adivinó que las palabras de su novia solo querían inducirle a empezar durante un rato una de esas conversaciones absurdas. Y mientras ideaba como continuar con la broma, respondió a su novia con tono sarcástico. Pero su respuesta no fue la acertada, y ni siquiera ella volvió a sonreír después de escuchar sus palabras. Al contrario, le miró fijamente a los ojos mientras no paró de morderse el labio con ansia. Las facciones de la cara de su novia se estaban contrayendo, el ceño fruncido y su mandíbula prieta. Por un instante llegó a morderse el labio con tanta presión que Jon creyó que le sangraría. Pero paró y contestó.
—Jon, esto no es una broma, desde hace seis días tú no eres el mismo, hueles distinto. Llevo callándome desde entonces, pero ya no puedo más. Y sabes que ocurre, que me estás haciendo sospechar. Llevo todos estos días dándole vueltas a la cabeza y solo puedo malinterpretar ese olor de tu cuerpo. El primer día lo pasé por alto, el segundo y tercer día también, pero ya no puedo más. Quiero que me digas la verdad.
Jon meditó unos segundos sobre si hacia algo capaz de dotar a su cuerpo con una fragancia distinta a la que su novia estaba acostumbrada, pero no fue capaz de encontrar nada que lo alterase.
—No puedo contestarte porque no hago nada diferente. Te prometo que n…
—Oye Jon, ¿No habrá otra mujer? —Exhaló repentinamente su novia, alzando su voz sin dejar de terminar el discurso de Jon—. ¡Tu olor no es el tuyo Jon! ¡Hueles a otra mujer cada mañana! ¡Llevas contigo la fragancia de otra mujer y no lo puedo soportar!
Jon se quedó paralizado, abrió los ojos con fuerza y buscó la cara de su novia hasta que atisbó sus ojos. Estaba perplejo.
— ¿Cómo puedes pensar eso? No me acuesto con nadie más si es que es eso lo que quieres saber —contestó mucho más tranquilo de lo que sus rostro parecía representar—. Por favor, creo que ya me tienes bastante controlado, sabes todo lo que hago, con quién hablo cada día, ¡Y lo permito como un tonto porque te quiero! El único instante en que estamos separados es para dormir, y me vienes con estas tonterías… ¡Déjate ya de paranoias y celos! ¡Para ya!
Su novia no contestó, y justo después llegaron al trabajo. El altercado en el autobús les dejó un sabor de boca amargo durante toda la mañana, y apenas se dirigieron la palabra. Pero por la tarde, cuando volvieron al estudio de Jon y no eludieron el paso en el que hacían el amor, ambos parecieron que se perdonaban.
El olor a otra mujer en el cuerpo de Jon apenas era reconocible, y en su estudio tampoco había indicios de ese perfume, así que su novia lo pasó por alto, y no sacaron de nuevo la conversación. Y volvieron a despedirse cariñosamente igual que cualquier tarde más.
Al día siguiente, cuando se encontraron en el autobús, lo primero que hizo la novia de Jon al besarle fue taparse la nariz de golpe y girar la cabeza bruscamente hacia al lado opuesto de Jon. El hedor que emanaba Jon esa mañana era, según la impresión de su novia, mucho más fuerte que el de ningún otro día...
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