Nunca imaginé que llegase a recurrir a este título para presentar una entrada de nuevo. La primera vez que lo utilicé fue para explicar un encuentro de lo más particular. Esta vez el encuentro podría decirse que es a distancia. Y más que encuentro, un reencuentro.Y es que hace cuatro días, por la noche, los hechos que sobrevinieron hablaron por si solos. Y pidieron a gritos compartir en este blog la sorpresa que me produjo recibir un regalo. En concreto el regalo que muestro en las fotos de esta entrada.
¿Un simple regalo quizás? No, esto era más que un simple regalo. Cada detalle que había dentro de la caja, todo lo que su interior contenía, ordenado con tanto esmero y delicadeza; el propio envoltorio personalizado, con cada sello en el lugar acertado; todo hacía que me sintiese culpable de un delito horrible al abrir y olisquear el interior de un paquete que había sido rellenado, envuelto y enviado con afán y mucha dedicación.
En definita, que ese regalo que había llegado a mis manos, con tantos pequeños y bonitos detalles, no se merecían ningún trato agresivo ni siquiera a la hora de abrirlo. Y mucho menos una muestra de desprecio por su contenido. Pero aún así cometí el crimen de abrirlo...
El remitente de esta singular sorpresa, una amiga que conocí en Japón hace dos años. Por aquel entonces, muchas cosas era diferentes, pero ese es otro tema. Como si el tiempo hubiese cesado de correr desde el instante en que nos conocimos, o durante los momentos que estuvimos juntos y nos hicimos amigos, ahora recibía su regalo de Navidad, y tenía la sensación de que todo lo que contenía pertenecía a ese tiempo, todo el contenido había quedado estancado hace dos años, incapaz de dar un paso hacia atrás o adelante. Y es que no hemos vuelto a vernos desde entonces. Todo lo que podemos saber el uno del otro es lo que conocimos hace dos años.
En las fotos podeís ver una de sus cartas, donde me explicaba que una de las camisetas que me envió (en total tres) ha sido hecha por ella misma en el club de caligrafía japonesa, 書道 (Shodou). Y a las pruebas me remito, porque su caligrafía, su letra de cada día, es muy bonita.
En esta foto añado otra pequeña tarjeta que envió para felicitar el Año Nuevo. Según el horóscopo chino, el año que viene es el año del Dragón, y esta tradición también se extendió hasta Japón. Por ejemplo, este año 2011 ha sido el año del Conejo y 2010 fue el año del Tigre. Y claro que me sorprendió adivinar que ese dragón de la imagen había sido dibujado y pintado por ella. Los caracteres que acompañan al dibujo del dragón, también plasmadas por ella misma, significan Felíz Año Nuevo, Akemashite Omedetou - あけまして おめでとう. De fondo, el resto de camisetas (la de color azul es la que ha hecho en el club), un par de galletas y muchas, muchas chocolatinas muy graciosas.
Cada año, desde que nos conocimos, había recibido una felicitación de Año Nuevo y Navidad de parte de esta amiga. También me enviaba un libro, pero nunca una sorpresa como la de este año. ¿Qué habría pasado? Me gustaría preguntárselo pero no querría parecer maleducado...
Pero recuerdo que ésta no ha sido la única vez que me ha sorprendido. Un sábado de hace dos años, nos encontramos por casualidad paseando dentro de un templo en Wakayama, Japón. Ella estaba con sus padres y al vernos nos tomamos varias fotos juntos. Y cuál fue mi asombro cuando al lunes siguiente, acompañada por una amiga, me buscó hasta encontrar la clase en la que pasaría varias semanas y me entregó las fotos que nos habíamos hecho en el templo, todas reveladas y protegidas por un plástico. ¡Vaya!
Para continuar con este post, quiero poner una imagen de los sellos que acompañaban al paquete. Todo sea dicho, nunca antes había visto tantos sellos tan monos y apelotonados juntos en un envoltorio. No es uno de esos envoltorios que se pueden tirar a la basura con facilidad. Para los curiosos o amantes de la filatelia, aquí cuelgo una foto de los sellos tal y como llegaron sobre la superficie del paquete:
También había unos diez sellos más esparcidos por el resto del paquete, aunque no se ven en esta foto.
Y por último, subo una imagen en la que aparece otra carta donde me felicitaba la Navidad. También me da algunas explicaciones sobre sus últimos movimientos. Dentro de poco se mudará a Oosaka para continuar sus estudios. Justo debajo del texto hay una pequeña foto, muy famosas en Japón. Se llaman Purikura (プリクラ). Son adhesivos que normalmente no sobrepasan el tamaño de la palma de una mano, que puedes editar nada más sacártelas. Las puedes manipular y puedes añadir todos los efectos habidos y por haber. El o los susodichos se meten en una cabina (en cualquier centro comercial e incluso en la calle puedes encontrártelas) y comienza, nunca mejor dicho, la aventura de las purikuras.
Así que por esta grata sorpresa, y por muchas cosas más, me gustaría dedicar este post a esta amiga que un día se le paso por la cabeza felicitar la Navidad y el Año Nuevo como nunca antes había hecho, y agradecérselo de corazón.
Todo ha sido una de esas sorpresas que sacuden la Navidad...
。。。。有り難う名美子!
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