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miércoles, 18 de febrero de 2015

Pon el cielo a trabajar

  El verano pasado terminé de leer un libro titulado Pon el cielo a trabajar. No es que haya sido una de mis lecturas favoritas, pero entre página y página acababa encontrando siempre alguna frase interesante que subrayar. Este libro, no recomendado para férreos escépticos o materialistas empedernidos, juega entre las fronteras de la realidad y la fantasía, con todo un repertorio de consejos y afirmaciones que incluso a alguien supuestamente espiritual como yo le ha costado digerir.
  En mi caso, durante la lectura me preguntaba si realmente me estaba contando un cuento que ni la propia autora se creía o si se trataba de una versión cool actualizada de la Biblia en verso, preparada para el consumismo yanqui en masa. En realidad no fui capaz de leerlo entero, algunas secciones del libro realmente me aburrían y necesitaba pasarlas sin darlas mayor importancia. El libro se puede encontrar en multitud de páginas en pdf para su descarga. Eso sí, cuidado con las traducciones al español porque algunas no están muy esmeradas y el tema se puede truncar más de lo que ya es por sí solo.
  La tesis que en general defiende Pon el cielo a trabajar es que todos, por el hecho de ser humanos, disponemos de un equipo celestial a la espera de que lo llamemos y le pidamos que trabaje para nosotros. Contratar todos estos ayudantes invisibles y diseñar grupos de trabajo entre ellos para permitirnos alcanzar nuestros deseos y metas fijadas es el principal motivo de este escrito. Aunque la idea suene descabellada, es divertido poner en práctica algún ejercicio que propone la autora. Y si todavía sigue sonando descabellada, me gustaría recordar las palabras con las que empieza el libro: «Cuando una mente se abre gracias a una nueva idea, jamás puede retornar a sus dimensiones originales». ¿Estamos preparados para abrir la mente?
  A continuación expondré alguna de las frases y apartados que me despertaron más curiosidad o algunas reflexiones que me parecieron bastante positivas y motivadoras. Independientemente del grado de veracidad de este libro, no estaría mal enfocar la vida en las cosas positivas como propone:


Anímate a soñar con lo que más deseas:
Te animo a que delegues el cómo a tu mano derecha celestial. Cada vez que otra persona te diga lo que es posible o imposible basándose en su propia experiencia o comprensión, guarda silencio y piensa: «Bien, pero eso no es verdad en mi mundo». Sonríe a sabiendas de que tu poderoso equipo espiritual no está restringido por dichas normas y estadísticas.

Primeros pasos para recibir ayuda de la oficina espiritual de empleo:

Pide La fantástica ayuda del Universo se mostrará esquiva a menos que tú la solicites. Todos sabemos qué fácil es sentirse frustrado cuando tenemos problemas en algún aspecto de nuestra vida. Podemos tirar la toalla y lamentarnos: «¿Por qué me está sucediendo esto a mí?» o «Desearía tener esto o aquello». Pero eso no es pedir, sino quejarse. Pide intencionadamente y confía en que el Universo te brindará su apoyo. Tu petición será más convincente si la pronuncias en voz alta. Ésta es la otra mitad de la ecuación.

Estar abierto para recibir es tan importante como pedir. Puede parecer una tontería, pero muchos de nosotros detenemos el flujo precisamente en ese punto del proceso. Todos conocemos el dicho: «Es mejor dar que recibir,» y por ello pensamos que, en cierto sentido, somos más honrados y rectos cuando nos negamos a recibir. La verdad es que dar y recibir forman un círculo completo. Si detenemos el flujo de uno de ellos, también detenemos el que corresponde al otro.

Animarse a jugar Adopta una actitud festiva y alegre. No debería sorprendernos el hecho de que Dios realmente desea que disfrutemos de nuestra vida. Sin embargo, muchas personas piensan que la existencia debe ser dura y la consideran una serie de pruebas. Vivir la vida de forma gozosa significa que somos libres para experimentar el abanico completo de las emociones humanas y también encontrar felicidad y goce en ellas. Puede parecer extraño, pero con esta disposición de ánimo podemos incluso llegar a sentir goce ante la frustración, la tristeza y la desesperación.

Si te apegas a tus deseos, no conseguirás mantener una actitud alegre y lúdica, y te sumirás en un estado de necesidad y desesperación, incluso aunque únicamente se manifieste en un nivel sutil o subconsciente.

...El Universo conoce la esencia de nuestros deseos y puede organizar todas las particularidades, de manera que si lo que has solicitado no se manifiesta tal como lo habías visualizado, ¡relájate! No intentes forzar la situación y tampoco consideres que has fracasado. En este caso, debes pensar que siempre hay una razón y una nueva oportunidad para la claridad y la creación...

Conversa con tus ayudantes espirituales:

Las reuniones laborales son una oportunidad para formular tus peticiones para el día, solicitar inspiración y pedir que aparezca la persona perfecta o la información exacta que estás buscando. Visualiza una plantilla profesional situada frente a ti, esperando tu guía y tu dirección. Cuando hables con tus ayudantes celestiales, exprésate de la forma más natural y real posible. Este enfoque práctico y sensato contribuye a que tu relación con el Espíritu sea amable y personal.

¿Cómo habla contigo el Espíritu? Lo reconocerás de diversas maneras. Lo más común es que adviertas que la vida empieza a funcionar mejor en todo aquello que antes resultaba difícil. Las cosas comienzan a colocarse en su lugar casi milagrosamente. Los detalles se resuelven y las tareas monumentales se organizan de una forma suave y sencilla, como nunca antes habías imaginado. Y terminas por hacer lo correcto en el momento oportuno.
Limítate a permanecer abierto y consciente para escuchar lo que intenta decirte tu mano de obra espiritual. Descubre cuál es tu forma de recibir inspiración. Presta atención a las sincronicidades y aparentes coincidencias que se cruzan en tu camino y sigue esa pista.

...El poder del pensamiento Para todos aquellos que no están particularmente interesados en lo metafísico, podríamos decir que se trata de concentrar nuestros pensamientos y nuestras intenciones, y utilizarlos de un modo que la mente subconsciente comprende a la perfección...

...No tienes que ganarte la ayuda de tu plantilla celestial. No es necesario que inviertas parte de tu tiempo en un ambiente religioso ni en la devoción, la plegaria o la meditación. La ayuda espiritual te pertenece por el mero hecho de estar vivo, del mismo modo que no tienes que ganarte el aire que respiras. Lo maravilloso de este proceso es que el pago se realiza con la única forma de divisa que conoce el mundo espiritual: el amor y la alegría...

...Vuelve a descubrir tus sueños olvidados y escribe un guión emocionante para tu vida. Al cabo de poco tiempo te sorprenderás al comprobar con qué facilidad se manifiestan tus deseos y tus anhelos. El alegre don de descubrir cosas sin proponértelo será una compañía constante, en cuanto permitas que el Universo se ocupe de la realización de tus sueños. Solicita asistencia para todo lo que emprendas, sabiendo que darás una gran alegría a tus ayudantes divinos, de la misma forma que ellos te alegran a ti. Permanece en una actitud receptiva para poder experimentar completamente las fantásticas soluciones que llevan hasta tu puerta...

jueves, 2 de febrero de 2012

Niebla

Sorpresa el jueves veintiséis paseando por el centro de Madrid.

El día se había levantado espeso, con un tumulto de nubes que como continuasen disminuyendo su altura acabarían cegándonos el paso. Sabía que mi plan, alrededor de las diez de la mañana, era levantarme y prepararme para partir al centro de la capital. Tenía que estar en la Gran Vía madrileña sobre las once de la mañana. Mientras, esas nubes continuaban con su amago de estropear la mañana.

Nunca me ha preocupado el sol, las nubes, el frío o el calor, y pasan pocas veces por mi mente comentarios sobre el tiempo. Aunque para ser rigurosos, esto no significa que me niegue a hablar del tiempo. Lo estoy haciendo, por ejemplo, para introducir las fotos de esta entrada. O también lo hago de vez en cuando para romper el hielo, si tengo que compartir durante unos minutos el mismo escenario con conocidos que más bien son desconocidos de toda la vida. Un breve comentario del frío que hace, que si se acerca una tormenta, o que si odias el calor sofocante, te ayudan a salir del paso y evitar conversaciones más originales.

Ahora que recapacito sobre aquel día veintiséis, casi el apogeo de esa semana puente de la que hablé en la última entrada, me pregunto si fui yo mismo el que atrajo toda la neblina con la que Madrid se despertó.

Durante la noche, sin una minúscula luz que ilumine el frente, es absurdo intentar comprender la niebla usando la vista. El olfato, el tacto, quizás el oído son capaces de discernir entre una atmósfera densa o ligera en medio de la noche. Pero no ese sentido del que tanto nos fiamos, la vista. 

Así que, como parte de esa ilusión que durante la semana pasada viví, mientras caminaba a oscuras, mientras cruzaba cada centímetro de mi cochambroso puente, unas nubes espesas se acercaron amenazantes y engendraron esa neblina que me acompañó todo el trayecto hasta el final del puente. En definitiva, yo las había atraído hacía mí.
¿Qué más podía pedir? No podía exigir lo imposible. ¿Atisbar el final del puente cuando, como dije, ‘solo tengo un pequeño esbozo de lo que quiero, que como la niebla, envuelve todos los puentes por los que cruzo.’? Inevitablemente, el resultado fue el siguiente: 

El paisaje me pilló desprevenido, y la única solución para plasmar aquel momento fue usar la cámara del móvil. El lugar elegido para tomar estas fotos fue el Parque de la Montaña, en concreto el mirador que rodea el Templo de Debod. Hacía muchos años que no entraba al templo, y después de enfilar la Gran Vía hacia Plaza España, mi curiosidad reclamó dar un paso más y acercarme a él. Una vuelta matutina por la capital siempre es agradable, y era incapaz de controlar mi imaginación, de regodearme al pensar las ganas que otros estudiantes en sus clases, profesores u oficinistas tendrían de disfrutar lo que yo vivía esa mañana tan fría.

Cuando salí del templo, que seguía tal y como lo recordaba, me dejó boquiabierto el panorama que desde mi posición rodeaba a la capital. Una postal invernal, una radiografía de una atmósfera turbada y helada. Una niebla que no solo envolvía mi cuerpo, sino que también a Madrid y todas sus calles… Había sido incapaz de sentir la niebla antes. Mis ojos, mi mente estaba abstraída, ciega, oscura. Y el resto de sentidos inutilizados. Solo cuando bajé la guardia, solo cuando hallé un pequeño claro, quedó al descubierto lo que en realidad me acorralaba. Niebla, esbozos, frescor viciado y ningún objetivo clarividente…

Acurrucado bajo esta niebla contaminada pasé la mañana de un día de finales de enero.
…...

En las fotos que tomé se pueden diferenciar, además, varios edificios simbólicos de la capital. En el fondo izquierdo, detrás de los tejados, antenas y chimeneas, está la Catedral de la Almudena y una fachada del Palacio Real, justamente la que da al Campo del Moro. Un poco más atrás, casi transparente, se encuentra la cúpula que corresponde a la Basílica de San Francisco el Grande. Y casi en primer plano, hay otra cúpula más pequeña de la Estación de Príncipe Pío.

La misma curiosidad que me hizo dar unos pasos más hasta alcanzar el Templo de Debod fue la que, atraído por la magia de ese espacio que se extendía delante de mí, incitó el ánimo suficiente para escabullirme por toda esa zona de Madrid tan inexplorada para mí. Parecía que allí me sentiría seguro, y salí del Parque de la Montaña para recorrer todas las callejuelas, pisar el suelo real que desde el mirador no podía observar. Quería saber si había alguien sorteando el frío entre tantos pisos, si esa neblina acechaba a nivel de calle, si también me acecharía a mí…

Y mirar hacia el cielo, despacio, esperando encontrar una nube amenazante que recogiese la niebla como quien recoge ansioso un billete del suelo. Esperando que emergiese de pronto igual que antes, otro día, silenciosa, de noche. O al menos esperando su desaparición para aclarar el ambiente, para dejarme enfilar mis pasos hasta el final del trayecto usando la vista, usando mi mente…