domingo, 11 de noviembre de 2012

Como si no hubiera pasado nada


Igual que en los cuentos todas las heridas se olvidan con un colorín colorado, como si aquí no hubiera pasado nada, ‘Nunca digas 'nunca'’ vuelve a la carga después de meses de destierro a ninguna parte. Y es que en realidad nunca huyó a ninguna parte, solo estaba escondido esperando el momento perfecto y el lugar correcto para moldear una nueva entrada.
Como si no hubiera pasado nada, re-comenzamos con unos… ¿seis o siete meses de desfase?
Hacía bastante tiempo que deseaba homenajear una exposición que visité el año pasado en el Museo Reina Sofía de Madrid. Era ni más ni menos que la controvertida artista Yayoi Kusama; una mujer que en la década de los 50 y 60, y en contra de todo pronóstico – era mujer y extranjera – se ganó al establishment artístico neoyorquino.
Pese a las pocas fotos que tomé en la exposición, he conseguido recopilar suficiente información desde periódicos o desde la misma página web del museo para sacar adelante esta entrada. ¡Espero que lo disfrutéis!
El director del Museo, Manuel Borja-Villel, explica a grandes rasgos la obra de Yayoi Kusama:

1. Sobre Yayoi Kusama:
Kusama pertenece a una serie de mujeres artistas importantes que, contra todo pronóstico, consiguieron reconocimiento en el mundo artístico abrumadoramente masculino del Nueva York de las décadas de 1950 y de 1960. Con la doble desventaja de ser mujer y extranjera, Kusama se hizo con el apoyo crítico de los comentaristas y con el respeto de sus colegas.
Nació el 22 de marzo de 1929 en Matsumoto, una ciudad de provincias situada en la región montañosa de la prefectura de Nagano, unos 209 km al oeste de Tokio. Es la menor de cuatro hijos de una familia de clase media alta cuya riqueza procedía de la gerencia de varios viveros dedicados a la venta de semillas al por mayor.

Con el deseo de liberarse de las costumbres y convenciones profundamente conservadoras que caracterizan a la familia y a la sociedad de Japón, se trasladó a Kioto para estudiar arte. En 1958 tomó una decisión más radical y se mudó a Nueva York, sin mecenas ni protector, para iniciar una carrera independiente en la ciudad que, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, se había convertido en el epicentro del mundo del arte contemporáneo.
En su autobiografía, Kusama recuerda: “Para un arte como el mío –arte que combate en la frontera entre la vida y la muerte y que cuestiona lo que somos y lo que significa vivir y morir- [Japón] resultaba demasiado pequeño, demasiado servil, demasiado feudal y demasiado desdeñoso con las mujeres. Mi arte necesitaba una libertad más ilimitada y un mundo más amplio”.
Las primeras pinturas y dibujos de Kusama son de inspiración surrealista, aunque inimitablemente suyas. Obtuvieron grandes elogios por parte de los expertos en arte más prominentes, algo que también conseguirían sus primeras pinturas de gran formato, sin precedentes, creadas durante sus primeros años en Nueva York. Esos lienzos enormes o, como llegaron a llamarse, Infinity Nets estaban cubiertos por pinceladas festoneadas de un solo color, repetidas sin cesar, con lo que se anticipaba al nacimiento de la pintura monocroma y al surgimiento de las técnicas de series, propias del arte minimalista y conceptual de la década de 1960.

Kusama no abandonaría esa experimentación precoz con nuevas posibilidades artísticas cuando forjó sus propios caminos en la escultura y en las instalaciones, adoptando técnicas de montaje y de escultura blanda que pueden reivindicar su precedencia —y su constatable influencia— respecto a artistas más jóvenes de la vanguardia, como Andy Warhol o Claus Oldenburg. A la innovación le seguía más innovación y, en menos de cinco años, Kusama creó la media docena de sintonías que han marcado su prolongada carrera y que continúan respaldando su impresionante creatividad: las pinturas «infinitas» y los objetos y ambientes cubiertos de falos o de macarrones, que abordan obsesiones relacionadas con el sexo y la comida, respectivamente; sus espectaculares habitaciones de espejos; collages de fantasía y fotomontajes; proyectos con películas y proyecciones de diapositivas; y el montaje de performances radicales y contraculturales.

En Nueva York, contra todo pronóstico, consiguió reconocimiento en el mundo artístico abrumadoramente masculino de las décadas de los años cincuenta y sesenta. Sin embargo, poco después, sus performances más radicales se enfrentaron a una creciente hostilidad por parte del mundo del arte. El abandono cada vez mayor por parte de la crítica, la pobreza y la enfermedad mental llevaron a Kusama a retirarse de la escena artística neoyorkina. En 1973 regresó a Japón, donde empezó de cero y continuó reinventándose a sí misma —como novelista, poeta, creadora de collages, pintora y escultora—, creando obras en el entorno protegido del hospital de Tokio en el que ha vivido desde 1977, pero también desde su estudio cercano, donde pasa todavía su jornada laboral.

Yayoi Kusama continúa hoy creando y ampliando el abanico de “ambientes” a los que debe su fama – unas instalaciones de gran formato y con una intensidad deslumbrante-, mientras pinta incansablemente a mano una extensa serie de dibujos figurativos de fantasía, repletos de detalles obsesivos.

Foto Galería del País: Yayoi Kusama llega al Reina Sofía:

2. Yayoi Kusama en el Reina Sofía:

La exposición consistía en una completa retrospectiva monográfica sobre la obra de la artista japonesa, organizada en estrecha colaboración con Tate Modern de Londres, y en la que se ofrece una visión global de sus seis décadas de carrera. Era la primera oportunidad que tenía el público de España para introducirse en una muestra a gran escala sobre Kusama, considerada la artista viva con mayor prestigio de Japón. La exposición, comisariada por Frances Morris, responsable de Colecciones (Arte Internacional) de la Tate Modern de Londres, pretendía mostrar la amplitud y la profundidad de la producción de Kusama, dando prioridad a los momentos de más intensa innovación de la artista a través de un elenco de unas 150 piezas, procedentes de su colección, de galerías y coleccionistas privados, así como de algunos de los museos más importantes del mundo.


La muestra permitía al visitante realizar un viaje en el tiempo y recorrer, a través de una serie de ambientes, toda la obra de Kusama y su acercamiento a los diferentes materiales y técnicas —dibujo, pintura, collages y assemblages, escultura, instalaciones, películas y performances, edición y diseño. Entre las principales obras que se exhibían, destacaba una selección de sus primeros trabajos en papel, rara vez expuestos; series cautivadoras menos conocidas, como los collages fotográficos alucinógenos que creó al regresar a Japón (1973); sin olvidar sus proyectos más elogiados y significativos, como los Infinity Net (1960-1970) o las Accumulation Sculptures (1960-1965). La exposición incluía además varias instalaciones de gran formato como I´m Here, but Nothing (2000), o una nueva representación del espacio infinito según la artista japonesa en Infinity Mirrored Room – Filled with the Brilliance of Life (2011), montaje diseñado expresamente para esta ocasión. Por último, la muestra se completaba documentalmente con la proyección de algunas de sus más polémicas performances como Walking piece (1966) o Kusama´s Self-Obliteration (1968).

3. Y para terminar… ¡experiencia con el infinito!

Una de las partes de la exposición que más llamaban la atención era ‘La experiencia del espacio infinito: Infinity Mirrored Room – Filled with the Brilliance of Life (2011)’. Esta es su explicación:
Una de las obsesiones permanentes de Kusama era la representación del espacio infinito. En su larga trayectoria artística, la autora japonesa mantuvo la exploración de este campo hasta conseguir un efecto mágico en sus Infinity Mirror Rooms. En 1965 creó la primera de estas instalaciones a gran escala denominada Infinity Mirror Room – Phalli’s Field.

Infinity Mirrored Room es el nombre del montaje que Kusama diseñó expresamente para la exposición del Museo Reina Sofía y en donde podíamos internarnos y explorar, rodeados por nuestra propia imagen reflejada.



Y aquí mis amigos que posaron para la foto de este enigmático lugar ;)


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