El cuerpo es el templo viviente de los sentimientos, quien no les de lugar, aquel que niegue sus tesoros, quien quiera desentenderse de su existencia, no hará más que negarse la posibilidad de la vida.
Este templo, este cuerpo, esta carne atravesada de amor, dolor, traición, ternura, pasión, soledad, desolación.......esta carne es el templo en el que oficiar el rito de la sanación, el acto creador, el momento de dar y recibir, de separar y tomar, morir y volver a nacer.
Un templo en el que el sacerdote es uno mismo.
Mi maestro intenta despertar la metáfora apropiada para su discípulo, aquella que como el ala de un pájaro roce su corazón. No todos respondemos de la misma manera a una imagen: las metáforas resuenan en nuestro interior de manera singular. Como un haz de luz, iluminan, hacen presente en las tinieblas el tesoro olvidado.....y abren caminos....y recorren circuitos inimaginados de experiencia para llegar al lugar oculto y así, amar el espacio del amor y el dolor. Y como un león, lamer la herida.....Y como un tigre de la selva que se tiene a si mismo, curar el alma.
En el acto creador, un hombre asimilado al universo desnuda su humanidad, se transforma en un pájaro blanco que baila una danza esencial. Materializa la inmaterialidad de sus sentimientos en un cuerpo sagrado que desde la carne libera movimiento, palabra, sonido, imagen. Como si desde su entendimiento desarticulado aceptara su incomplitud.
Cómo contemplarse en ese vacío, para que en el momento de morir, el alma vuelva a nacer en otro espacio, en otro tiempo, en otro centro del universo y otra vez, fragmento sobre fragmento hasta que el lago misterioso se abre de nuevo y el sentimiento encuentra una forma que confiesa su pureza mientras cientos de pájaros se la llevan....
Un templo viviente y allí un acto de fe. Amnesia y memoria se conjugan para soportar la fuerza de la vida, el horror y el alivio de la finitud. Una fe que empuja el acto hasta sus últimas consecuencias, hasta que no de más, hasta que la sangre se convierta en vino para revelar su esencia y así embriagar el espíritu. Una fe que como emanación del alma trasciende el cuerpo tocando otros cuerpos.
Pero es acaso posible no dudar.
Cómo soportar la humanidad.
Cómo aquietar la violencia del cuerpo, el caos de la carne, el desbordamiento.
Mi maestro, generoso poeta, invoca el poder de la metáfora, la fuerza liberadora de la creación.....un acto vivificador y en su actualización, un rito que cura, una ofrenda de amor que nos recuerda que los sentimientos viven en este templo de carne.
Vivir la duda, amarla, esperar en el templo contemplando los fragmentos que caprichosamente reconstruyen la ilusión. Despojar el alma hasta que el cuerpo desarmado caiga y sea poseído. Cruzar la frontera, acudir al mundo de los sueños para atravesar las murallas del prejuicio, aceptar el sacrificio y ser parte del todo.
Nacer, mil veces nacer, repetir el acto de la creación cuantas veces pueda y entonces acariciar la muerte y abrir un espacio que no tiene límites, un espacio de comunión universal.
Es la fuerza invisible de la vida que hecha poesía desde el caos nos nombra.
Este templo, este cuerpo, esta carne atravesada de amor, dolor, traición, ternura, pasión, soledad, desolación.......esta carne es el templo en el que oficiar el rito de la sanación, el acto creador, el momento de dar y recibir, de separar y tomar, morir y volver a nacer.
Un templo en el que el sacerdote es uno mismo.
Mi maestro intenta despertar la metáfora apropiada para su discípulo, aquella que como el ala de un pájaro roce su corazón. No todos respondemos de la misma manera a una imagen: las metáforas resuenan en nuestro interior de manera singular. Como un haz de luz, iluminan, hacen presente en las tinieblas el tesoro olvidado.....y abren caminos....y recorren circuitos inimaginados de experiencia para llegar al lugar oculto y así, amar el espacio del amor y el dolor. Y como un león, lamer la herida.....Y como un tigre de la selva que se tiene a si mismo, curar el alma.
En el acto creador, un hombre asimilado al universo desnuda su humanidad, se transforma en un pájaro blanco que baila una danza esencial. Materializa la inmaterialidad de sus sentimientos en un cuerpo sagrado que desde la carne libera movimiento, palabra, sonido, imagen. Como si desde su entendimiento desarticulado aceptara su incomplitud.
Cómo contemplarse en ese vacío, para que en el momento de morir, el alma vuelva a nacer en otro espacio, en otro tiempo, en otro centro del universo y otra vez, fragmento sobre fragmento hasta que el lago misterioso se abre de nuevo y el sentimiento encuentra una forma que confiesa su pureza mientras cientos de pájaros se la llevan....
Un templo viviente y allí un acto de fe. Amnesia y memoria se conjugan para soportar la fuerza de la vida, el horror y el alivio de la finitud. Una fe que empuja el acto hasta sus últimas consecuencias, hasta que no de más, hasta que la sangre se convierta en vino para revelar su esencia y así embriagar el espíritu. Una fe que como emanación del alma trasciende el cuerpo tocando otros cuerpos.
Pero es acaso posible no dudar.
Cómo soportar la humanidad.
Cómo aquietar la violencia del cuerpo, el caos de la carne, el desbordamiento.
Mi maestro, generoso poeta, invoca el poder de la metáfora, la fuerza liberadora de la creación.....un acto vivificador y en su actualización, un rito que cura, una ofrenda de amor que nos recuerda que los sentimientos viven en este templo de carne.
Vivir la duda, amarla, esperar en el templo contemplando los fragmentos que caprichosamente reconstruyen la ilusión. Despojar el alma hasta que el cuerpo desarmado caiga y sea poseído. Cruzar la frontera, acudir al mundo de los sueños para atravesar las murallas del prejuicio, aceptar el sacrificio y ser parte del todo.
Nacer, mil veces nacer, repetir el acto de la creación cuantas veces pueda y entonces acariciar la muerte y abrir un espacio que no tiene límites, un espacio de comunión universal.
Es la fuerza invisible de la vida que hecha poesía desde el caos nos nombra.
Patricia (Dedicado a mi maestro Gustavo Collini Agosto 1997) Publicado en Revista Ventizca Edición Verano 2006
Publicado en el blog http://butohpoesiacorporal.blogspot.com/
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