Muy buenos días a todos.
Por fin, después de un mes algo alborotado (alborotado en todos los sentidos) resucita este pequeño blog. El pobre se estaba quedando en los huesos, y la única actividad que en enero quedó grabada en él fueron dos entradas que apenas me pertenecían. Aún así, no me arrepiento de colgarlas pese a que solo fueran para salir del paso. Qué buena manera de comenzar el año, pensarán algunos. Quién ríe el último ríe mejor, espero que digan otros.
Mi objetivo en febrero es reanimar esta pequeña criatura, y qué mejor manera de hacerlo que así. Una breve explicación que marque un antes y un después. Hablemos sobre puentes.
La semana pasada fue el puente entre la anterior y esta semana. Al igual que esta semana es el puente entre la anterior y la siguiente. Si somos meticulosos, todas las semanas son un puente. Claro que sí. Pero en realidad algunas lo son más que otras. Algunas semanas pasan volando, pierden su sentido al ser un cúmulo de tiempo que ni siquiera apreciamos. Dicen que esos momentos que dejamos escapar son los que componen realmente nuestras vidas. Estoy de acuerdo en que a veces estemos pasmados, pero no en que ése sea el estado en el que vivimos dejando nuestra vida pasar. Los momentos más decisivos, un cara o cruz en nuestras vidas, las semanas puente en las que nos tenemos que comportar lo más lúcidos posible, son las que más nos marcan y nos hacen crecer.
El caso es que el puente que crucé hace pocos días era un puente agobiante, que por algún motivo no estaba bien construido y me obligaba a caminar a tientas, que hacía que mi corazón bombease pánico a cada parte de mi cuerpo. Miedo, estrés, o tal vez malestar. La situación en realidad era divertida, pues el trasfondo de esa semana puente que yo mismo me había garantizado vivir era totalmente distinto: unos días para descansar y pensar en cómo retomar la creación literaria, lo que incluía la reactivación de Nunca digas ‘nunca’. Pero este ir y venir de encuentros y acontecimientos inevitables, de casualidades no arbitrarias, impidió que los días afloraran plácidos y lustrosos, y un puente parecido al de la foto se extendió sin piedad a medida que la semana avanzaba. Cada paso más inseguro, cada latido más doloroso, cada centímetro más tenebroso y oscuro…
Así fue. Afortunadamente, ocurrió de todo menos la definición que cualquier diccionario congruente incorpora sobre el verbo descansar.
Y en efecto, he dicho afortunadamente, porque al fin y al cabo, una semana sin altibajos, que no te haga reconsiderar cada parte de tu vida, que solo se atenga a un descanso inapetente e interminable, ¿Podría llamarse una semana puente? ¿O forma parte, mejor, de una semana que como cualquier otra, luce una arquitectura impecable, unánime, que apenas permite darse cuenta de los detalles y defectos que como ser humano porteas? Creo que he tenido mucha suerte de cruzar durante siete días por esa… travesía. Aunque todo lo que te suscita te ponga los pelos de punta, el único culpable eres tú mismo, es un puente que solo te incumbe a ti y que nadie construye por ti. ¿Acaso esa opción de libertad… no es también un tanto morbosa?
Era un paso arriesgado y lleno de detalles defectuosos. Pero ya está, ya has tentado a la suerte pateando cada una de sus imperfecciones, ya has sentido el pánico de pisar y que toda la construcción se desmorone, de que caigas sin saber a dónde por falta de un cutre asidero al que aferrarte. Ahora ya he cruzado a la otra orilla y lo más importante es no dar marcha atrás. Pero no es algo perpetuo. Quién sabe qué puente es el siguiente que me espera. ¿Y tú? ¿Acaso lo sabes…?
Espero que cada uno de ellos sea un nuevo reto, una provocación de la razón y la cordura, un desafío entre el yo de una semana y el yo de la siguiente. Pero no quiero volver a pasar tanto miedo…
La semana pasada fue una semana rara.
……
Así que el desafío de esta semana, que casi simbólicamente coincide con el comienzo de un nuevo mes, es retomar la creación literaria. Ahora que relativamente los días parecen sobrevenir con más calma, es el momento de ponerse manos a la obra. Aquí resumiré, sin dar ningún detalle sobre lo que realmente incluiré en Nunca digas ‘nunca’, algunas de las entradas que espero añadir de ahora en adelante. No es por mantener la tensión ni por fastidiar, es porque realmente no sé por dónde saldrán los tiros con cada entrada que escribo...
Solo tengo un ligero esbozo de lo que quiero, que cómo la niebla, envuelve todos los puentes por los que cruzo…
Las dos o tres entradas siguientes estarán en parte relacionadas con ésta misma. Imágenes y texto. Después me gustaría continuar con libros, un espacio dedicado a novelas como El corazón de las tinieblas o Rebelión en la granja. A partir de ahí, continuaré con los ya famosos post etiquetados con la palabra ADELANTOS, en concreto con cuatro entradas más. La explicación de esta etiqueta tendrá sentido dentro de unos meses, pero todavía no. Sin duda, estas cuatro entradas serán las más difíciles, pues lo que en Nunca digas ‘nunca’ solo requiere un simple etiquetado de algo parecido a una historia, en realidad conlleva muchas horas y días de trabajo. También seré perseverante con la fotografía, y entre todas estas entradas incluiré algunas especiales dedicadas a este campo. Más críticas a algunas películas que he visto, por ejemplo, Mil años de oración; y como no, canciones como God only Knows.
Y para terminar este esbozo, espero concluir todas aquellas entradas que se han quedado a medias, olvidadas en una primera parte…
Como he dicho, nada de lo que acabo de escribir es seguro, pero por si alguien estaba impaciente por saber cuáles serían los tiros de este blog en el 2012, os he dejado una breve aclaración. La misma incertidumbre que me envolvía en la primera entrada hace más de medio año es la que me rodea ahora… Y cómo prefiero no enviciarme en la hipocresía, no hablaré más de la cuenta.
No bajen la guardia. La semanas que pasan, las que vienen, todas son puentes que inevitablemente unen dos extremos de eso que llamáis… aventura.