jueves, 24 de abril de 2014

La tumba de las luciérnagas

Esto de las  tablets es un invento, y al menos a mí me viene que ni de perlas para sacarla en todos los viajes y ponerme con películas que quizás de otro modo nunca hubiese visto. Es el caso de la película que comentaré ahora y de muchas otras que llevan el mismo camino ¡Ya no tengo excusas para no meterme a fondo en el cine con ‘Nunca digas nunca’!

La tumba de las luciérnagas (Hotaru no haka  火垂るの墓 en japonés) se trata de uno de los primeros largometrajes de los ya muy conocidos estudios Ghibli. Fue dirigido por Isao Takahata y se estrenó en Japón en el año 1988. Desde entonces, y según palabras textuales de un amigo japonés, es la película estrella que emiten cada año en la televisión nipona cuando se acercan las fechas y homenajes del final de la Segunda Guerra Mundial y los bombardeos de Nagasaki y Hiroshima.
La historia nos adentra en el Japón de 1945, muy cerca del final de la Segunda Guerra Mundial. Le ha llegado el turno a la ciudad de Kobe, que está siendo asediada por la aviación norteamericana. Dos hermanos (Seita, adolescente y su hermana pequeña Setsuko de cinco añitos) se separan de su madre al sonar las alarmas que avisan de un inmediato bombardeo. Desde ese momento comienzan una búsqueda, una búsqueda por sobrevivir de la mejor manera posible, una lucha inmersos entre circunstancias cuyas consecuencias nunca se hubiese imaginado que unos críos tuviesen que pagar, y que auguran el peor de los desenlaces.
La figura de un padre ausente, enviado al continente asiático a merced de cometer verdaderas atrocidades, al que Seita añora y se amarra como única esperanza de un futuro en paz, junto con la acogida de sus tíos y el desprecio que aflora pronto hacia los hermanos por la carga que suponen para ellos, les obliga a tener que recorrer el viaje a solas. Un viaje que se acuna entre la inocencia de una niña que apenas ha podido despegarse de su madre y la fuerte pero frágil figura de un hermano mayor que intenta cargar con las consecuencias de una guerra sobre sus hombros para que salpique lo menos posible a su hermana pequeña.

Mientras veía la película, había momentos de verdadera angustia y compasión hacia los hermanos. Observaba en ellos los roles de personas que perfectamente podemos encontrarnos hoy en día entre nosotros, qué podemos ser nosotros mismos. Entre todo el caos de la guerra, la pequeña Setsuko aportaba a Seita el calor y cariño más desahogado que necesitaba, mientras que éste le proporcionaba la virtual sensación de seguridad y las palabras mágicas que todos los niños necesitamos.
Pero a medida que se acercaba el final de la película, pululaban por mi mente dos pensamientos que me revolvían todavía más por dentro, capaces de romperme en pedazos.
Me preguntaba cómo podemos seguir sin darnos cuenta de la suerte que tenemos de que exista un triste supermercado o tienda de alimentación a la vuelta de la esquina los que vivimos dentro de este espacio-tiempo. Y cómo derrochamos en países como en España cuando aquí mismo hemos pasado periodos en donde realmente no se veía la luz al final túnel. Al terminar la película, medio conmovido, me brotó un enorme sentimiento de gratitud hacia las pequeñas cosas que tenemos y que tanto nos cuesta reconocer. Como si el peor de los males que creía vivir en esos momentos se viera reducido al tamaño de un grano de arena, reconocí que tenía saciadas necesidades tan básicas como comida o cobijo, y todo se volvió mucho más liviano. Fue como quitarse una camisa pesada de encima.


Pero también me emocionaba el hecho de traer a la memoria los titulares del periódico de ayer y preguntarme cómo es posible que se repita la misma historia que narraba la película, que estas cosas sigan ocurriendo. Somos seres que decimos que olvidamos pero no perdonamos. Casualidad o destino, unos días después de ver la película encontraba una entrada en Facebook cuya foto tenéis más abajo. Me pareció brutal y reveladora. Fue como la señal definitiva de que había algo que tenía que compartir en este blog.

¿Reconocéis a Seita y a Setsuko en la foto? Yo sí. No es 1945, están en el 2014 y lo peor es que no se trata de una película de animación. Es la guerra en Siria. Entonces me pregunto cuál es su historia, si son hermanos, si se están muriendo de desnutrición,.. o qué clase de flaquezas salen fuera de cada uno de nosotros para que los más débiles ante los ojos de los participantes reciban las peores consecuencias de una guerra…
Y es que tengo la sensación de que en todas las guerras se invierten los papeles. Los niños muestran su cara más madura y sensata mientras que los adultos pierden el control por el odio y la sed de venganza, se dejan llevar por la más absurda rabieta que durante años e incluso siglos siguen sin saber perdonar, y eso que se hacen llamar adultos.


                                                                                                                   *Nota de La tumba de las luciérnagas: 6/10
             *Enlace YouTube película (audio latino, recomiendo VOSE): La tumba de las luciernagas